miércoles, diciembre 03, 2008

Rankings, vergüenza nacional, e ignominia: cómo no reaccionar a los rankings de universidades

La recepción de los rankings de universidades varía mucho entre instituciones y países. En general a las instituciones a las que los rankings les otorgan altas calificaciones o ascensos reaccionan, comprensiblemente, con gusto y con publicidad al respecto. Cuando las calificaciones las desfavorecen o reclasifican a la baja es natural que observen públicamente los defectos del método de calificación y sean discretas en la publicidad de los resultados.

En rankings como el de la revista Times Higher Education, los ajustes hechos el año pasado, y a los que me he referido en este blog, estos efectos se complican y amplifican porque efectivamene los cambios de metodología producen artificios cuya percepción puede ser muy desagradable. En el caso de la UNAM hemos visto que, como se podía predecir con alguna certeza, un segundo año de aplicación de la misma metodología llevó a una colección de información más escrupulosa por parte del equipo del Times Higher Education y de Quacquarelli & Symonds y esto llevó a un ascenso en la tabla.

En otros países las reacciones a los rankings alcanzan proporciones que me parecen épicas y totalmente fuera de lugar. Éste ha sido el caso por varios años en Malasia, país en desarrollo con importantes recursos así como interesantes complejidades sociales. En Malasia la prensa, y aparentemente con ella algunos sectores políticos, han vapuleado a las universidades y a las autoridades por el hecho de que sus universidades no queden clasificadas entre las primeras 200. En un artículo de hoy el propio Times Higher Education refiere rudas declaraciones de políticos malayos que califican a la situación de vergüenza nacional, y llaman "ignominia" al hecho adicional de que las universidades malayas han quedado clasificadas abajo de las de los países vecinos como Tailandia, con los que sostienen una intensa competencia y abrigan rivaldades históricas.

Tengo una consideración más que compartir: normalmente el THE se hace valer como importante refiriendo la resonancia que los resultados positivos dan a las universidades "exitosas". ¿No será una pequeña forma de extorsión el referir ellos mismos el daño tóxico que hace una mala calificación? ¿No sería ético que también discutieran sus autores las incertidumbres y otros factores - tamaño, localización geográfica, idioma del país - que hacen que una buena universidad no obtenga una alta calificación en sus tablas?

Este artículo y la discusión alrededor del mismo deben recordarnos que hay que mantener una sana y racional distancia crítica respecto a estas clasificaciones.

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