viernes, mayo 07, 2010

Valores fundamentales de Internet

Los valores fundamentales de Internet se centran en la apertura y la capacidad y libertad de elección. La red transporta paquetes de información en formato digital de un origen a un destino y fue construida para hacerlo con la mayor eficacia posible en un contexto de redes heterogéneas y aplicaciones impredecibles. Los únicos valores superiores a éstos que podemos buscar en Internet son nuestros propios valores, no los que nos impongan un proveedor de servicios o las decisiones de un gobierno.

Éste es el resumen de una mesa de discusión que tuve la fortuna de construir y moderar para el evento FutureWeb 2010, que forma parte del congreso anual del WorldWideWeb Consortium (W3C), WWW 2010, que se llevó a cabo el 29 de abril de 2010 en Raleigh, Carolina del Norte, E.U.

Después de una breve introducción de mi parte, para plantear con precisión las preguntas guía “cuáles son los valores fundamentales de Internet” y “cómo están amenazados”, Scott Bradner, experimentado creador de estándares y director de las redes en Harvard, dio una lección magistral, contundente y directa. Scott explicó cómo el origen de Internet está en la separación que hicieron Vint Cerf y Robert Kahn de la transmisión y enrutamiento de paquetes, IP, de la capa de control, TCP, en el protocolo de comunicación que conocemos como TCP/IP.

Al hacer esta separación, Cerf y Kahn dieron lugar a que se pudieran construir mecanismos de comunicación que aceptaban la imperfección, ya que al permitir que algunas comunicaciones se hicieran sin un control total de las transmisiones permitían crear o aprovechar sistemas que completan la información parcialmente perdida mediante extrapolaciones o simplemente son tolerantes a esas pérdidas. Así la red dejaba de ser óptima para una aplicación (la voz o telefonía, por ejemplo) pero se volvía generadora de posibilidades ilimitadas para las cuales en conjunto es suficientemente buena. La revolución empieza cuando distintas personas y compañías aprovechan este principio para crear aplicaciones antes insospechadas.

De igual manera, se vuelve crucial que la red misma tome las menos decisiones posibles fuera de asegurar el enrutamiento y entrega de los paquetes que forman la información transmitida; esta “red tonta” que “deja la inteligencia en la orilla”, construida y operada con el principio “end-to-end” o “de punta a punta”, permite que todos los inventores, todos los productores, y todos los usuarios encuentren una plataforma uniforme para mover información, sin que las preferencias que mejoraran el tráfico para unos lo echen a perder para otros.

Bradner advierte que la Unión Internacional de Telecomunicaciones (UIT o ITU) no absorbe estos principios, y que en general todo intento de mejorar el funcionamiento de la red mediante el establecimiento de condiciones de ingreso o preferencias a algunas aplicaciones hace que la red deje de ser Internet. Esto pasa entonces a una escala más general, “nadie debe decidir por ti en Internet”.

Bill St Arnaud, un constructor y operador de redes avanzadas en Canadá, y ahora especialista y consultor en esa materia y en el aprovechamiento de las tecnologías de información y comunicación (TICs) para disminuir el daño antropogénico al medio ambiente, enfatiza también cómo se presentan intentos de capturar las redes, o crear redes superpuestas cerradas y controladas, que destruyen el valor de Internet. De manera particularmente interesante en la oportunidad, señala que muchos diseños de “smart grids” (redes eléctricas inteligentes) se convierten de hecho en redes cerradas y dejan de ser, o de permitir el acceso a Internet. Así como las “NGNs” (redes de nueva generación, conjunto de estándares que promueve la UIT) no son Internet porque cierran o vuelven selectivo el acceso o las aplicaciones para facilitar el cobro de su sus usos y proteger derechos parciales y disputados como los de propiedad industrial, las “smart grids” cierran el acceso real a Internet con el pretexto de administrar mejor el consumo de energía de los usuarios.

Parry Aftab, abogada y activista de notables inteligencia, cordura, y a la vez pasión y firmeza, quien en los últimos años se ha distinguido por su posición inteligente en el campo del cuidado a los menores en Internet, destaca que lo que más hay que proteger para los niños es que sigan teniendo acceso a Internet (y cada vez más). Hace ver lo ridículo de algunos intentos de filtrar o seleccionar las actividades de los niños en las computadoras del hogar, cuando en dispositivos móviles tienen decenas de veces la potencia necesaria para ver cualquier contenido posible.

Parry termina su brillante y apasionante exposición diciendo que no hay más valores que defender en Internet que los nuestros, los valores humanos y sociales en los que creemos nosotros mismos, y que nadie puede ni debe decidir a nombre de los usuarios de Internet.

Nathaniel James, activista y creador, aborda la filosofía de apertura con ejemplos muy específicos del proyecto Mozilla, que ha dado a la humanidad un navegador de Internet, un cliente de correo electrónico, y mucho software abierto. Cuantifica la enorme proporción de código (programación, software) que la comunidad ha aportado a Mozilla y describe nuevas iniciativas de esa asociación para contribuir a la creación y aplicación de software de código abierto y otras formas de apertura a Internet.

James ilustra cómo los proyectos que estimula la Fundación Mozilla combinan competencia técnica, sentido de servicio, y diversión, para que vencer los retos sea realmente atractivo.

Danny Weitzner, anteriormente del W3C y actualmente director de políticas en la NTIA (administración de tecnologías de información) del Departamento de Comercio de Estados Unidos, explica la forma en que siempre ha habido un espacio de vigencia de la ley en Internet, los retos que actualmente se presentan en esta aplicación como los derechos de autor y de marcas, y la tensión creativa entre la visión libertaria y creativa de Internet y la del estado de derecho.

Para resolver esta tensión Weitzner respalda plenamente el modelo “multistakeholder”, la cooperación horizontal entre técnicos, académicos, empresas privadas, organizaciones civiles y gobiernos, que ha logrado mantener la robustez y estabilidad de Internet por muchos años. Llama a aprovechar la experiencia de organizaciones como la IETF y ICANN. Finalmente, Weitzner anuncia consultas en marcha por parte del gobierno de Estados Unidos acerca de cómo mantener algunos aspectos específicos de estas apertura y libertad en el marco de ese país.

La discusión que originaron los participantes contribuyó a la expansión y aclaración de algunos puntos más. Por ejemplo, quedó claro que ACTA (el Acuerdo Comercial Anti Falsificación o Anti-Counterfeiting Trade Agreement) es sumamente problemático y contrario a principios básicos. En una intervención de cierre del panel me permití subrayar que el eje de la discusión fue la apertura, el concepto “abierto” en distintas aplicaciones, y que temas como ACTA originan una gran preocupación por cómo pueden afectarlo.

Para complementar esta lectura sugiero la del resumen de la sesión que hicieron los alumnos de la Profa. Janna Anderson, de Elon University, una gran instigadora de la reunión; los videos que están en el mismo sitio, extractos breves pero muy sustanciosos; el documento sobre interconexión abierta de redes (Open Inter-Networking) de la Internet Society (ISOC) y la opinión de ISOC sobre ACTA.

La aplicación de los razonamientos y puntos de vista de estos distinguidos panelistas es de gran profundidad y amplio alcance. Principios como el de “neutralidad de la red”, que ha evolucionado al de interconexión abierta para entenderlo mejor, o la no intervención activa de los proveedores de servicios de conexión, alojo, etc. de Internet en la identificación y penalización de posibles abusos contra la propiedad intelectual de terceros, u otros delitos, se muestran en esta luz como imprescindibles.

Y que estos principios sean imprescindibles no implica automáticamente que Internet se convierta en un espacio sin ley. No, sino que la evolución de Internet, su mayor extensión a cada vez más usuarios y formas de uso, nos obligan a pensar con agudeza aún más rápidamente creciente qué nos preocupa regular en ella o alrededor de ella. No es la tecnología sino la conducta humana lo que las leyes regulan. Si preocupan la pornografía, su distribución y los delitos que la acompañan (mucho más graves: secuestro, violación y sometimiento de menores), o la defensa de las ganancias de las sociedades de gestión colectiva, hipotéticamente debidas a sus autores, son las conductas, no los medios, los que deben ser regulados.

Usar el medio para castigar a la conducta se vuelve al final una violación de derechos superior, el retiro de la Sociedad de la Información, una forma de ostracismo que además en muchas propuestas legislativas y normativas se deposita en particulares. Tales son los problemas de ACTA, y de muchas leyes nacionales y subnacionales sobre las que me propongo comentar en artículos posteriores.

Quede éste como testimonio de la importancia y peso atribuidos al valor fundamental de la apertura y la interoperabilidad de Internet como defensa de su capacidad de ser plataforma para avances y transformaciones radicales.

Nota. La organización del panel fue posible gracias a la invitación y generoso apoyo de Janna Anderson, a la intervención de Lynn St Amour y los recursos de la Internet Society, y el incansable y eficaz apoyo de Elizabeth Oluoch. Expreso mi agradecimiento a ellas tres y a los panelistas.