miércoles, julio 11, 2007

La octava maravilla / The Eighth Wonder

Terminado el proceso de elección global para las "7 nuevas maravillas del mundo" caben algunas reflexiones. La octava maravilla, o la primera pesadilla, es que alguien crea en una votación como ésta. ¿Por qué? (véase http://www.theobserver.ca/webapp/sitepages/content.asp?contentid=607786&catname=Editorial&classif=
para una problematización, a mi juicio inocente e insuficiente, del tema).

La hipótesis fundamental de las elecciones es que, dado un electorado definido, se trata de dividir sus votos entre las diversas opciones que se le presentan, por un método generalmente aceptado entre los electores (mayoría simple, mayoría calificada, primera y segunda vueltas, planillas o fórmulas, "runoffs" múltiples, etc.). Se asume también que en el mejor de los casos todos los electores están bien informados o, en forma más realista, cada opción cuenta con conjuntos de electores entre los cuales los niveles de información están distribuidos de forma similar.

Eso
no sucede en elecciones abiertas como éstas, en las que no va a participar toda la población potencialmente electora. Este proceso es más bien como las "complacencias" que eran muy populares en las estaciones de radio hace algunos años (y deben seguirlo siendo; yo dejé de oirlas más o menos cuando pasaron de ser "Rolling Stones contra Beatles" y andaban en el rumbo de "Parchís contra Timbiriche" o "Julio Iglesias contra Camilo Sesto"). Apenas califican para encuestas con marcos muestrales sumamente débiles.

En esta elección, cada opción trae a su propio electorado, lo conforma e impulsa. Así en Brasil se habla de una campaña en los boletos de autobús para hacer votar por el Cristo del Corcovado y en México una televisora adoptó a Chichén Itzá como causa. Qué joda para Angkor Wat que Camboya sólo tenga 6 millones de habitantes, que éstos hablen Khmer, y que su pobreza extrema los ponga lejos de votar gratis pero masivamente por Internet, o pagar por un número ilimitado de votos vía telefónica y SMS (la gran transa del concurso está allí, por supuesto).

El fenómeno de "cada opción trae su propio electorado" era bien conocido en México en los tiempos legendarios del PRI. Sólo este partido contaba con la organización, y los abusos del poder y del dinero, que le permitían traer campesinos de los cerros más aislados a votar en las urnas. El sólo saber quiénes eran los electores permitía predecir los resultados de la elección.

Fenómeno similar se presentó en la primera elección del At-Large de ICANN, y cuando se logró entenderlo... se acabó la elección, y pasamos a mecanismos basados en redes de confianza (una extensión del concepto de "Web of Trust"), que, a costo del riesgo de cierto grado de corporativismo, permitieron eliminar los problemas más graves de sobrerrepresentación (y el concomitante de subrepresentación) y demás que viene de "traiga a su electorado".

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